Aunque el título de la entrada contradiga el del libro, lo cierto es que este Viaje al Oeste es, para nosotros, occidentales, una verdadera oportunidad de hacer el periplo inverso, para recorrer y conocer parte de ese Oriente que cada vez esta más cerca.
Hoy más que nunca el mundo avanza deprisa. Y eso supone a veces que las tradiciones y las obras sobre las que se cimentan la memoria o la condición de un pueblo, pueden perderse en la noche de nuestro olvido, borradas por la necesidad acuciante de novedades, actualidad, modernidad o, simplemente, por alguna película que nos haga estar “a la última”. Pero, quizá precisamente por eso, este viaje merece más la pena. Ya lo comenta acertadamente Jesús Ferrero, en el prólogo, advirtiendo que esta obra sería para los chinos, haciendo la regla de tres, lo que para nosotros vendría a suponer el Quijote. Y convendremos en que siempre hay un momento para volver a revisar las andanzas de don Alonso y Sancho.
Pues bien: este libro de aspecto impresionante (son más de 2000 páginas) nos dibujará con detalle un panorama por los paisajes, las creencias y los modos de ser y de pensar que sostuvieron –ahora, quién sabe- durante siglos el imaginario de China.
Y, al mismo tiempo, nos divertirá con las andanzas de Sun Wu Kung, uno de los personajes más interesantes, descarados, audaces y efervescentes con que me he topado nunca en página alguna.
Gracias desde aquí a Vicky Venyaprende, que lo rescató para mi desde los anaqueles de su librería, y me llevó así de viaje durante todo este verano.
Por cierto: para ilustrar este comentario, he elegido una imagen que es de otra obra. Se trata de Dragones, Dioses y Espíritus de la Mitología China, publicado por Anaya en1984. Esa fue la primera vez que yo escuché –leí- algo sobre las andanzas del Rey Mono y hago así justicia a las obras que divulgan sin pretensiones y siembran con gusto la necesidad de conocer lo ajeno en nuestras vidas.
Viaje al Oeste. Las aventuras del Rey Mono. Siruela, Madrid, 2004
Hoy más que nunca el mundo avanza deprisa. Y eso supone a veces que las tradiciones y las obras sobre las que se cimentan la memoria o la condición de un pueblo, pueden perderse en la noche de nuestro olvido, borradas por la necesidad acuciante de novedades, actualidad, modernidad o, simplemente, por alguna película que nos haga estar “a la última”. Pero, quizá precisamente por eso, este viaje merece más la pena. Ya lo comenta acertadamente Jesús Ferrero, en el prólogo, advirtiendo que esta obra sería para los chinos, haciendo la regla de tres, lo que para nosotros vendría a suponer el Quijote. Y convendremos en que siempre hay un momento para volver a revisar las andanzas de don Alonso y Sancho.
Pues bien: este libro de aspecto impresionante (son más de 2000 páginas) nos dibujará con detalle un panorama por los paisajes, las creencias y los modos de ser y de pensar que sostuvieron –ahora, quién sabe- durante siglos el imaginario de China.
Y, al mismo tiempo, nos divertirá con las andanzas de Sun Wu Kung, uno de los personajes más interesantes, descarados, audaces y efervescentes con que me he topado nunca en página alguna.
Gracias desde aquí a Vicky Venyaprende, que lo rescató para mi desde los anaqueles de su librería, y me llevó así de viaje durante todo este verano.
Por cierto: para ilustrar este comentario, he elegido una imagen que es de otra obra. Se trata de Dragones, Dioses y Espíritus de la Mitología China, publicado por Anaya en1984. Esa fue la primera vez que yo escuché –leí- algo sobre las andanzas del Rey Mono y hago así justicia a las obras que divulgan sin pretensiones y siembran con gusto la necesidad de conocer lo ajeno en nuestras vidas.
Viaje al Oeste. Las aventuras del Rey Mono. Siruela, Madrid, 2004