Si hace unos días recordaba con una cierta nostalgia a las personas y a las historias con que nos encontrábamos a final de Junio, alrededor del Festival de Cuentos “En Úbeda se cuenta...”, ayer se produjo uno de esos pequeños acontecimientos que trocan lo amargo en dulce y despiertan alegría y entusiasmo.
Un grupo de personas asiduas al evento, pensando que citas como éstas no deben perderse y temiendo que, si no se hacía nada al respecto, pasaran los días y se borraran los recuerdos, se reunió en torno al lema “en Úbeda NO se cuenta...” para dejar bien clara su opinión al respecto.
Concentrados en la Plaza de Andalucía, vistiendo de luto por lo perdido, con velas en la mano y esparadrapo en la boca, bajaron por el Real para acabar frente al Ayuntamiento, donde se leyó un comunicado demandando a los representantes de la ciudad una postura clara con respecto al Festival y al abandono de su financiación.
A continuación, tres personas de edades bien distintas, haciendo visible la diversidad y la riqueza de público que movilizaban las narraciones, leyeron el “Cuento para un Festival que no cuenta” , en el que hicieron un repaso por los rincones y personajes emblemáticos que aparecían puntualmente en esta cita.
Y luego, un cuento más de una de la niñas que ha participado en las últimas ediciones de la Contada Voluntaria.
Y después, aplausos, palabras, recuerdos, ideas, diálogos y preguntas y, sobre todo, voluntad y mucha hambre de escuchar y ganas de hacer posible lo que no pudo ser este año.
Un grupo de personas asiduas al evento, pensando que citas como éstas no deben perderse y temiendo que, si no se hacía nada al respecto, pasaran los días y se borraran los recuerdos, se reunió en torno al lema “en Úbeda NO se cuenta...” para dejar bien clara su opinión al respecto.
Concentrados en la Plaza de Andalucía, vistiendo de luto por lo perdido, con velas en la mano y esparadrapo en la boca, bajaron por el Real para acabar frente al Ayuntamiento, donde se leyó un comunicado demandando a los representantes de la ciudad una postura clara con respecto al Festival y al abandono de su financiación.
A continuación, tres personas de edades bien distintas, haciendo visible la diversidad y la riqueza de público que movilizaban las narraciones, leyeron el “Cuento para un Festival que no cuenta” , en el que hicieron un repaso por los rincones y personajes emblemáticos que aparecían puntualmente en esta cita.
Y luego, un cuento más de una de la niñas que ha participado en las últimas ediciones de la Contada Voluntaria.
Y después, aplausos, palabras, recuerdos, ideas, diálogos y preguntas y, sobre todo, voluntad y mucha hambre de escuchar y ganas de hacer posible lo que no pudo ser este año.