La semana pasada tuve mucha suerte o, mejor, muchas suertes.
Estuve en Valladolid, en la quinta edición de Ilustratour, donde volví a encontrarme con gente estupenda que ya conocía y conocí a otra gente estupenda con la que seguramente volveré a encontrarme. Y sólo eso valdría para considerarse alguien afortunado.
Pero es que, además, tuve también la suerte de poder participar en el Taller que impartió Isidro Ferrer, y la buena estrella de compartir propuestas y proyectos con todas las personas que en él estaban.
Fruto de una de ellas, y creado mano a mano con Raúl Nieto "Guridi", salió el juego que podéis ver en las fotografías.
INSISTENCIA es un divertimento creado a partir de un ejercicio de estilo de Raymond Queneau, para jugador solitario y acompañante.
Pero es algo más: es la demostración de que trabajar en equipo siempre produce resultados interesantes.
Es la demostración de que tenemos alrededor, a nuestra mano, cien posibilidades por descubrir.
Es la constatación de que la suerte y el encuentro afortunado dependen, casi siempre, de nosotros mismos. Y de nuestra capacidad de jugar.
Estuve en Valladolid, en la quinta edición de Ilustratour, donde volví a encontrarme con gente estupenda que ya conocía y conocí a otra gente estupenda con la que seguramente volveré a encontrarme. Y sólo eso valdría para considerarse alguien afortunado.
Pero es que, además, tuve también la suerte de poder participar en el Taller que impartió Isidro Ferrer, y la buena estrella de compartir propuestas y proyectos con todas las personas que en él estaban.
Fruto de una de ellas, y creado mano a mano con Raúl Nieto "Guridi", salió el juego que podéis ver en las fotografías.
INSISTENCIA es un divertimento creado a partir de un ejercicio de estilo de Raymond Queneau, para jugador solitario y acompañante.
Pero es algo más: es la demostración de que trabajar en equipo siempre produce resultados interesantes.
Es la demostración de que tenemos alrededor, a nuestra mano, cien posibilidades por descubrir.
Es la constatación de que la suerte y el encuentro afortunado dependen, casi siempre, de nosotros mismos. Y de nuestra capacidad de jugar.
